Puede sonar sorprendente, pero lo que amas de hecho es la sensación que la comida te proporciona, y esto puede ser alivio, placer o consuelo. La comida activa los centros de placer del cerebro y conduce a la liberación de algunos productos químicos cerebrales llamados dopamina. Este producto químico cerebral se libera en asociación con el placer y la recompensa, por lo que cada vez que hacemos algo gratificante y placentero, terminamos queriendo más de ello.

Si te preocupa por qué amas tanto comer, por favor, date cuenta de que no hay nada particularmente malo contigo. Puede que estés utilizando la comida como una vía de escape de emociones difíciles o situaciones difíciles temporales, lo que te hace asociar la comida con algo bueno.

Además, la mayoría de los alimentos disponibles en la actualidad están creados deliberadamente con buen sabor, para que la gente ansíe más de ellos. Hoy en día hay tantos aditivos y recetas innovadoras porque ayudan a los productores de alimentos a destacar en el mercado y a atraer a más clientes. Así que gustarnos la comida que comemos es una respuesta natural y normal a lo que está disponible para que consumamos.

Si aún estás pensando ‘sí, pero amo tanto la comida que no puedo dejar de comer y esto no tiene nada que ver con cómo sabe’, tal vez estás confiando demasiado en la comida para lidiar con algunas emociones que podrías estar sintiendo. Algunas preguntas que podrías hacerte para profundizar en tu relación con la comida son:

¿Qué significa comer para mí?
¿Por qué amo tanto la comida?
¿En qué situaciones es más probable que coma en exceso?
¿Qué sensaciones físicas y emociones se desencadenan cuando como algo sabroso?
¿Con qué asocio la comida?

Algunos consejos que pueden ayudarte a romper la asociación entre la comida y el confort son:

Trata de cumplir con tus comidas principales y pospón los ‘alimentos reconfortantes’ tanto como sea posible durante el día.
Establece días específicos para recompensarte con comida (como solo durante el fin de semana).
Trata de percibir la comida como una fuente de nutrición, y no como un mecanismo de afrontamiento.
Experimenta con la introducción de días en los que no tengas postre ni alimentos reconfortantes. Esto te ayudará a disminuir la asociación entre la comida y el confort.